domingo, 19 de octubre de 2014

La naturaleza del ser humano: bondad y maldad.

Antes de comenzar con el desarrollo de esta idea, quiero decir que lo que aquí hay escrito es fruto de mucho tiempo de reflexión y maduración de ideas diversas, y que siento un gran orgullo por traeros esta reflexión para que todos podáis conocerla. Para una buena comprensión de este escrito se debe entender a la perfección una clave fundamental; no habrá capacidad de comprensión sin el hecho mismo de despojarse de todos los prejuicios, reflexiones, pensamientos, etc, que se hayan cimentado sobre las bases de nuestro desarrollo como humanos. ¿Por qué? La respuesta es sencilla; la historia misma del ser humano se trata definitivamente del análisis del desarrollo de una conducta humana que se desvía de su propia naturaleza, por ende, cualquier análisis que se realice erigiéndose bajo los cimientos de nuestra historia, se verá obligado necesariamente a tener que concebirse como una falacia. Antes de que se me acuse, tengo que decir algo que considero una verdad: El comportamiento de un ser humano no determina su naturaleza, sino sus acciones dentro de un entorno de estímulos. Una reacción es el fruto de un estímulo, siendo éste el árbol que las hace crecer. Por lo tanto, si analizamos la naturaleza humana no debemos confundirnos de árbol, tenemos que atenernos al humano mismo como ente individual, separarlo de todo estímulo y de toda reacción, y analizar sus tendencias naturales, que al fin y al cabo, deben ser concebidas como las evidencias que nos permiten hallar esta idea de naturaleza humana. Asimismo, podemos afirmar que sus tendencias naturales tienen que ver, de forma axiomática, con lo que trataremos en este escrito como naturaleza terrenal. La naturaleza terrenal es aquella que ordena todo lo que existe en el universo, es la que establece un entorno cuyas características hacen posible el nacimiento de los demás entes activos a los que nosotros pertenecemos, y que además, denominamos: seres vivos. Por lo tanto, por el hecho de ser producto de esa naturaleza terrenal, nos hallamos ligados a ella de forma inmutable.

Con esto quiero decir que todas las pruebas de nuestra supuesta naturaleza malvada, se basan en una consecuencia, una reacción, y que por lo tanto, no basándose en un ente natural del propio humano, no pueden tomarse como ciertas. Esto podría explicarse de manera más inteligible con una metáfora:
Si imaginamos un manzano, podemos determinar que la naturaleza de éste, es decir, su tendencia activa dentro de un entorno estable (tierra firme, agua suficiente, nutrientes que permiten su crecimiento), es la de producir manzanas. Sin embargo, observamos que algunas de estas manzanas caen al suelo por su propio peso, e incluso puede ocurrir que se partan las ramas de un manzano joven, al producir éste de forma natural, más manzanas de lo que sus ramas pueden soportar.
¿Qué es lo que esto implica? La naturaleza de un manzano es la de producir manzanas (ateniéndose siempre a su proceso de crecimiento), pero el hecho de que algunas de ellas caigan al suelo, no significa que su naturaleza sea la responsable. Es decir, las manzanas no caen por la propia naturaleza del manzano, sino por el peso excesivo de esas manzanas, que no tiene ninguna relación con el hecho de producirlas. Es decir, las manzanas caen como reacción ante su mismo peso, pero no como reacción a la naturaleza del árbol de producirlas. Pues la naturaleza no precisa de estímulos que no pertenezcan más allá de lo que la tierra y el agua puedan proporcionarle (dentro de la misma metáfora: un manzano). El hecho de que las manzanas producidas posean ese peso mayor no tiene que ver con su naturaleza, sino con la abundancia de nutrientes proporcionados por el entorno, el hecho mismo de que las manzanas caigan, no significa necesariamente algo malo; es producido por un exceso de nutrientes, pero no es producido por la naturaleza del manzano. (Si hiciéramos una analogía con el ser humano, podríamos decir que la abundancia de nutrientes, además de generar bondad natural, ya que la estabilidad es el objeto de nuestra naturaleza, genera también el hecho de producir creaciones innecesarias, que es lo que nosotros denominamos arte).
Dentro del espectro comprendido entre naturaleza terrenal y sus creaciones, los estímulos son los que la naturaleza terrenal ofrece, (tratando de estímulo a aquello que tiene como empresa cubrir nuestras necesidades fisiológicas), y las reacciones son los seres vivos que a su vez, gestan una naturaleza propia ateniéndose a la terrenal; cada ser vivo posee una naturaleza propia que se atiene al concepto de naturaleza terrenal. (Ya que la naturaleza terrenal es su creadora) Y si tratamos la naturaleza propia del ser humano, podemos afirmar que éste ha sido dotado de la capacidad de estabilizar en su beneficio, y en el de todos los demás seres vivos, lo que anteriormente hemos denominado como naturaleza terrenal. Es decir, si acoplamos a la metáfora anterior el concepto de ser humano, concebiríamos a este como el ser que, consciente de cómo funciona la naturaleza terrenal, actúa de forma en que esta no se sobrepase, siendo capaz de controlarla y, además, beneficiándose de ello. Es decir: El papel que tomaría el ser humano en la metáfora sería el de protector del manzano a través de su conocimiento, y su procedimiento sería el de tomar las manzanas antes de que caigan y cuidar de que no se acumulen demasiadas en una rama para que ésta no se resquebraje y se rompa. En este sentido, podemos tomar al ser humano como ente activo que tiene como fin controlar los excesos de la propia naturaleza terrenal, y estabilizarlos, y como recompensa, la propia naturaleza terrenal le otorga los estímulos (frutos) que cubren sus necesidades fisiológicas, y que cubriéndolas, le permiten continuar su desarrollo.
Lo que quiero decir con esto es que la naturaleza terrenal no tiene como fin un entorno estable, se trata de una bestia salvaje que intenta ser domada por el propio ser humano, puesto que, la naturaleza del ser humano es precisamente la de domar a esa bestia en beneficio de todos los seres vivos, y por lo tanto, generar un entorno estable por sí mismo.

Tras establecer las bases de lo que llamamos naturaleza pasaremos a concretar y profundizar en la naturaleza del ser humano en relación con su bondad y su maldad. Para ello, debemos hacernos la siguiente pregunta, ¿Qué es lo bueno y qué es lo malo?
Bien, para desarrollar esta estabilidad en la naturaleza terrenal anteriormente mencionada, el ser humano necesita naturalmente a sus congéneres, por lo que nos vemos obligados a afirmar que el ser humano es social por naturaleza. Una sociedad, es decir, un conjunto de humanos, se hallará estable en tanto a las necesidades que se hayan visto cubiertas, y esto tiene relación con lo anteriormente mencionado; si el ser humano no desarrolla su naturaleza, que es la de generar estabilidad en la naturaleza terrenal, sus sociedades no podrán prosperar sin las recompensas de la naturaleza terrenal que permiten cubrir sus necesidades fisiológicas, y por lo tanto, sus sociedades no podrán desarrollarse sin que en ellas no se hallen casos de actos antisociales. A lo que me refiero es a que en el momento en el que el ser humano se ve en una situación de escasez generada en gran parte por no producir por sí mismo (refiriéndome a la agricultura como medio de hallar alimento, y además, cumplir una de las necesidades naturales de las plantas, tales como su difusión por toda la tierra; su reproducción mediante las semillas, que nosotros controlamos mediante los dotes otorgados por la naturaleza terrenal: inteligencia), nos vemos envueltos en un desarrollo hacia lo antinatural, lo que produce a su vez actos antinaturales dentro de otro espectro más complejo en el ser humano, que denominamos sociedad. Es decir, los actos antisociales son la consecuencia de la escasez, y a su vez, ésta es consecuencia en gran parte de actos antinaturales para con la naturaleza terrenal. Pero estos actos antinaturales se ven influenciados completamente por la escasez misma de recursos, lo que generaría la escasez producida únicamente por la naturaleza terrenal (en el caso de la agricultura, esto sería equiparable a la falta de semillas), de la que sólo puede salirse mediante la cooperación y el apoyo mutuo, pero éstas virtudes nunca se dan en el ser humano en tales momentos, sino todo lo contrario. Nacen de la necesidad y la escasez los malos sentimientos: el egoísmo y su residuo llamado avaricia, y además, la venganza.
En resumen, todos los actos antisociales se deben a una escasez en el entorno, y ésta escasez en el entorno es producida a su vez por esa bestia salvaje y cambiante que hemos llamado naturaleza terrenal.
Al producirse un choque entre nuestra tendencia a la estabilidad (todas las necesidades cubiertas), y lo que la naturaleza terrenal nos otorga, nosotros mismos nos comportamos de manera contraria a como tendemos a hacerlo, y a esto lo denominamos actos antinaturales, y por ende, antisociales.
Lo que nos permite llegar a la conclusión de que si nosotros mismos domamos a esa naturaleza y creamos un entorno en el que no exista la escasez, nuestra naturaleza social volverá a salir a flote y no se cometerán actos antisociales. (Aunque puede que existan casos muy concretos y, por qué no: descabellados, en los que esto no ocurra, ya que nuestra inteligencia es muy compleja) Por lo que podemos llegar a la conclusión de que actualmente, habiendo creado métodos de producción inmensos, el hecho de que se produzcan actos antinaturales,  es absurdo, y por lo tanto, no puede ser consecuencia de la escasez. Así que pasaremos a una explicación de mayor profundidad de los conceptos, teniendo ya en cuenta su desarrollo y despojándonos de su relación con la naturaleza humana que ya ha sido explicada, lo que nos permitirá un análisis más preciso y cierto.

Dicho esto, comenzaremos con la explicación de los conceptos de bondad y maldad.
Ya que hemos dejado claro que el ser humano es social por naturaleza, es precisamente desde este punto del que debemos partir para discernir qué es lo bueno y qué es lo malo. Todo lo bueno se caracteriza por generar, directa o indirectamente, una ayuda al otro o a la naturaleza misma. Además de esto, lo bueno se caracteriza por respetar la naturaleza de los otros seres vivos, y además, en el caso de los seres humanos, por respetar la voluntad y libertad de sus congéneres.
La bondad es la praxis de la naturaleza del ser humano, lo que quiere decir que éste tiende a ella. Como ya hemos explicado antes, el ser humano tiende a la estabilidad, y como medio de ella, doma a esa naturaleza terrenal. La bondad del ser humano se desarrolla dentro de esa estabilidad a la que él mismo tiende naturalmente, por lo que puedo afirmar sin miedo a equivocarme que la bondad pertenece naturalmente al ser humano. Puesto que si la bondad sólo es capaz de desarrollarse en la estabilidad a la que tiende naturalmente, y además con un sólo ápice de esta, nos encontramos ante actos bondadosos, sería una necedad afirmar lo contrario. Si halláramos casos en los que, habiendo estabilidad, encontráramos actos antisociales podríamos explicarlos de otra manera. (Esta manera la explicaré cuando me refiera al concepto de maldad) Además, otra de las características de la bondad es que, ya que se desarrolla naturalmente, este progreso representaría el desarrollo mismo de una sociedad en completa libertad, lo que refutaría aquellas teorías que pretenden colocar cadenas al ser humano bajo la premisa de que éste es un animal salvaje que intenta imponerse a los demás.

Habiendo explicado brevemente el concepto de bondad, pasaremos a analizar la maldad y sus características, ya que este es el verdadero reto.
La maldad tiene dos formas de originarse, una de ellas es la anteriormente explicada: la escasez tanto material como mental, que genera egoísmo o deseo incontrolable que nunca se halla saciado, la otra se basa en esa característica innata que todos, como seres humanos, poseemos: la capacidad de aprendizaje.

Podríamos referirnos en mayor medida a la primera forma como la que originó la maldad humana, y a la segunda como la que permite que ésta perdure en la sociedad. Por lo tanto, el desarrollo de la maldad en términos históricos actuales es debido a nuestra capacidad para aprender la maldad.
Una de las características más importantes de la maldad es que es capaz de extenderse muy rápidamente; si imaginamos un mundo donde existe la bondad, y por el motivo que sea, se da un caso de maldad, este caso se intentará igualar mediante otro acto de maldad, lo que originará una espiral cuya magnitud permanecerá en constante aumento. El acto del que hablo (el que pretende igualar) se basa en la lógica del intercambio equivalente, pero normalmente suele ocurrir que el que pretende hacer sufrir el mismo dolor a aquél que actuó de la misma manera en un pretérito, pretende también dar una lección al primer sujeto, por lo que tiende a proporcionar un sufrimiento mayor. Denominamos a este proceso venganza, y es uno de los factores de mayor trascendencia en la transmisión de la maldad hacia los demás. Cuando se habla de venganza siempre nos asalta a la mente el mismo refrán: "La venganza se sirve en plato frío." Esto nos revela de manera muy clara e inteligible cómo debemos concebir este concepto.

Una buena metáfora para explicar la espiral creciente de la maldad a la que me refiero sería la siguiente:
Imaginemos un recipiente en el que introducimos agua, tras hacerlo tomamos otro recipiente lleno de tinta y lo vertemos también dentro de este recipiente. ¿Qué es lo que ocurre? El agua, y su naturaleza transparente, se convierte en un líquido cuya oscuridad aumenta en tanto a la tinta que se le vierta. Al contrario de lo que ocurre con la venganza, ésta tinta no se trata de un ente vivo, es decir, algo que interactúa con el agua haciéndola oscurecer aún más, pero sí que nos aporta una idea sobre lo que la maldad produce en toda una sociedad; oscurece la naturaleza de todos los corazones nada más aparecer.

Todas estas reflexiones pueden llevarnos a una conclusión acerca de cómo se desarrollan estos caminos, tanto el bondadoso como el malvado. Si bien he dicho ya que tendemos a la bondad, también he de decir que su desarrollo no nace por sí sólo, sino que es necesario que se practique, aunque esto no debería representar ninguna dificultad, pues en el entorno estable al que tendemos, y sin cadena alguna que nos ate, es decir, en completa libertad, podríamos desarrollar esta naturaleza bondadosa sin ninguna reticencia. Pero lo que ocurre es que tanto más avanzamos en esta desviación atípica de nuestra propia naturaleza verdadera, tanto más complicado resulta retornar a nosotros mismos.
En el camino malvado ocurre lo mismo; el hecho de que la maldad se desarrolle se debe únicamente a su práctica, el problema es que es tan tóxica que sólo la aparición de un caso malvado posibilita la proliferación de la cantidad de otros casos de la misma, o de mayor magnitud.
Por lo que se podría afirmar que tanto en el ámbito del desarrollo de la bondad como en el de la maldad, ambas necesitarían de la praxis para que se produzca su crecimiento.

Tras esto, he de decir que hay bastantes temas concretos de los que hablo en este escrito en los que quiero profundizar, por lo que este es el primero, pero no el único de los textos que van a dirigirse hacia este tema tan controvérsico, cabe desarrollar bastante más cada idea, pero considero que será mejor hacerlo en otros textos individuales y bien estructurados.

Para finalizar, me gustaría hacerlo con una pequeña conclusión en forma de cuento:

Oscuridad.

Nos hallamos en una habitación oscura, nada en ella produce destello alguno, la oscuridad lo inunda absolutamente todo. Estamos ciegos, no podemos caminar, pues no sabemos si nos dirigimos en el buen camino. No podemos escuchar, pues no existe el sonido entre tanta oscuridad. No podemos tocar, pues no existe nada a nuestro alrededor. No podemos sentir, pues no hay nada con lo que interactuar, ni un ápice de luz.
Algo se nos presenta justo delante, ¿Cómo es posible? Antes no podíamos ver. Cogemos lo que se nos ha aparecido, irradia luz y está caliente, es fuego. ¿Quién es el creador del fuego? Nos preguntamos. La naturaleza, nos respondemos. Si la naturaleza es la creadora del fuego, ¿Por qué me lo otorga? Para que lo lleves contigo, que despierte tu visión, ahora podrás ver. Que despierte tu tacto, ahora podrás sentir calor. Que despierte tu oído, ahora puedes distinguir el sonido de tus pasos. Que despierte tus sentimientos, ahora puedes contemplar el rostro de todos tus congéneres, aquellos que tienes delante.
¿Soy portador del fuego? ¿Y qué puedo hacer con él? Llevémoslo junto a nosotros, iluminemos este mundo desconocido, esta oscuridad que parecía eterna tiene sus días contados, pues nuestra existencia es su fin.

Luz.

Nos hallamos en una habitación fulgurosa, todo en ella son destellos. La luz lo inunda absolutamente todo. Podemos caminar libres. Somos capaces de verlo todo. Poseemos un oído virtuoso. Conocemos el tacto de todo lo que nos rodea. Vivimos durante años en un lugar así, y en momento de iluminación del alma, nos preguntamos algo. ¿Quién es el creador de la oscuridad? Ella no existe, y si existe, se halla muy lejos de aquí. Ah sí, en caso de que existiera, ¿Quién sería su portador y difusor? 

Nadie, pues sí es posible iluminar una sala oscura con una antorcha, pero es imposible oscurecer una sala luminosa, no hay artilugio en la naturaleza que te lo permita.



2 comentarios:

  1. el mal genera un miedo contagioso y viscoso q vicia las relaciones de los hombres y su posible naturaleza bondadosa (ej. situaciones de pánico)
    el bien es un estado de gracia en el hombre difícil de mantener.
    ley de prevalencia del mal: un sólo criminal pone en peligro un estado justo mientras q un sólo justo no pone en peligro un estado criminal. dicho de otro modo: un gramo de mierda en un kilo de caviar lo jode todo pero un gramo de caviar en un kilo de mierda no arregla nada.
    www.youtube.com/embed/4R75_czRsoY?

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    1. Eso es. De hecho lo explico en el propio escrito: "En el camino malvado ocurre lo mismo; el hecho de que la maldad se desarrolle se debe únicamente a su práctica, el problema es que es tan tóxica que sólo la aparición de un caso malvado posibilita la proliferación de la cantidad de otros casos de la misma, o de mayor magnitud."

      La proliferación de la maldad es algo mucho más sencillo que la proliferación de la bondad.

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